MICROPOLÍTICA: Cartografías del deseo
Felix Guattari / Suery Rolnik
Ed Traficantes de Sueños.
2006
ESTE LIBRO NO FUE ESCRITO SÓLO A CUATRO MANOS, las de Guattari y las mías.
En realidad, lo escribieron muchas manos.
Todo comienza en 1982 cuando invité a Guattari a un largo viaje por Brasil. El país vivía un momento de indudable revitalización: eran las primeras elecciones directas después de casi dos décadas de dictadura militar.
En el proceso de redemocratización, se revitalizaba no sólo la conciencia social y política de la sociedad brasileña, sino también su inconsciente, de diferentes modos, en diferentes grados. Esta situación hacía pensar en Guattari pues, como dijo una vez Deleuze, es para los «inconscientes que protestan»I que ambos escribían; éstos fueron los aliados que buscaron.
¿Qué misteriosa protesta (la del inconsciente) es ésta? Una protesta que no tiene que ver —por lo menos, no directamente— con la de las conciencias y sus intereses o con aquello que se expresa en manifestaciones como las de
una campaña electoral. Si entendemos el inconsciente como el ámbito de producción de los territorios de existencia, sus cartografías y sus micropolíticas, producción operada por el deseo, se deshace el enigma: motivos de sobra justifican esta protesta.
No es difícil identificarlos: todos vivimos casi cotidianamente en crisis, crisis de la economía, pero no sólo de la economía material, sino también de la economía del deseo que hace que apenas consigamos articular cierto modo de vivir, éste se vuelva obsoleto. Vivimos siempre en desfase con respecto de la actualidad de nuestras experiencias. Somos
íntimos de ese incesante socavamiento de modos de existencia promovidos por el mercado que hace y deshace mundos: entrenamos, día tras día, nuestro juego de cintura para mantener un mínimo equilibrio en ese todo y adquirir agilidad en la producción de territorios.
Sin embargo, la naturaleza de esos territorios no es arbitraria: nos vemos solicitados todo el tiempo y por todas partes a investir la poderosa fábrica de subjetividad serializada, productora de estos hombres y mujeres que somos, reducidos a la condición de soporte de valor, incluso (y sobre todo) cuando ocupamos los lugares más prestigiosos en la jerarquía de valores.
Todo lleva a ese tipo de economía. Muchas veces no hay otra salida. Cuando en el desmontaje, perplejos y desorientados, nos fragilizamos, la tendencia es a adoptar posiciones meramente defensivas, por miedo a la marginalización en la cual corremos el riesgo de ser confinados cuando osamos crear territorios singulares, independientes de las serializaciones subjetivas; por miedo a que esa marginalización llegue a comprometer la propia posibilidad de supervivencia (un riesgo real). Acabamos muchas veces reivindicando un territorio en la estructura de las identidades reconocidas: en disonancia con nuestra conciencia y sus ideales, nos convertimos entonces en los propios productores de algunas secuencias de la cadena de montaje del deseo.
Pero las cosas no son tan simples: a veces los inconscientes —y, en este momento, cada vez más— protestan. En rigor, no podríamos llamar a esto «protesta», mejor sería hablar de «afirmación» o de «invención»: se desinvisten las cadenas de montaje de la subjetividad, se invisten otras líneas; esto es, se inventan otros mundos. El principio de ese sistema, la estandarización del deseo, sufre un golpe cada vez que eso sucede. Y cuando sucede (¿algo así sucedió en aquel momento en Brasil?) descubrimos en Guattari un «aliado». No como fundador o maestro de una escuela a la cual podríamos afiliarnos y, con eso, reasegurarnos, sino como una cierta calidad de presencia que moviliza en nosotros la voluntad y el coraje de expresar, no sólo enhabla, sino también en la acción, la singularidad de nuestra propia experiencia.
Descargar Micropolítica: Cartografías del deseo (PDF)
Comprar Micropolíticas: Cartografías del deseo. (Traficantes de Sueños)